It's like you're pouring salt in my cuts.

Si le ciel a un enfer, le ciel peut bien m'attendre.

jueves, 20 de marzo de 2014

Letters to Karachi.



A un año de tanto dolor, a un año del que probablemente fue  uno de los peores días de mi vida, solo sé que no sé nada. Sí así de cliché. A un año de esa noche donde solo me ahogaba con mi propio llanto escuchando A Million Lights de Cheryl Cole, canción que aún no puedo escuchar sin sentir agua en mis ojos. Han pasado 365 días de ese momento horrible en el que sentí celos, envidia, traición y desamor. Tal vez exagere, pero estoy casi seguro que fue uno de los momentos más duros de mi vida, nunca me había sentido tan desolado, tan abandonado.  Pasó lo que tememos todos, que la persona que amamos se vaya con “Jolene” sí, la otra. La más amada, a la que aman más que a ti. Sentirse Monica cuando hay una Marilyn.  El problema es que no solo es que se me haya cambiado por “ella” sino todo lo que esa persona representa para mí. Representa mi mayor temor de la infancia, mi mayor deseo de la adolescencia y representa mi mayor karma en la vida. No hace falta indagar, yo me entiendo, o eso creo.  Darme cuenta que fui remplazado por alguien de ese origen, me hace pensar que estoy destinado a tenerlos en mi vida por siempre.  No es normal que durante este año haya visto ese apellido al menos una vez todos los días, y  no hablo de un Pérez, o un García. Es un apellido tuco-mongol, y lógicamente no vivo ni en Turquía ni en Mongolia para que sea tan común en mi entorno.

 Muy “casualmente” también es el apellido del  protagonista de mi libro favorito.  Irónicamente, todos estos factores, hacen que no desprecie a mi Jolene, incluso hacen que me haga sentir extremadamente atraído por él. A veces siento un inmenso deseo por mi contrafigura, un deseo casi tan fuerte que como el que solía sentir por él. Incluso a veces siento más afinidad a esta figura por la que fui remplazado, que por la misma persona que me reemplazó.  Puedo decir con toda la seguridad del mundo que pensé en “esa traición” cada día desde que pasó y probablemente lo siga haciendo.  Considero que marcó un antes y un después en mi vida. Pero yendo a lo principal y a lo que en verdad me atosiga, saber que fui cambiado por alguien de esta cultura,  es lo que más duele de esta mala experiencia amorosa, hace que me dé cuenta de que esta gente probablemente nunca deje de aparecer en mi vida.

Lo peor del caso es que, sí, si tengo miedo de siempre estén en mi vida, pero  increíblemente, no me molesta que lo hagan.
Maktub, muy literalmente: Maktub.

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