A un año de tanto dolor, a un año del que probablemente fue uno de los peores días de mi vida, solo sé que
no sé nada. Sí así de cliché. A un año de esa noche donde solo me ahogaba con
mi propio llanto escuchando A Million Lights de Cheryl Cole, canción que aún no
puedo escuchar sin sentir agua en mis ojos. Han pasado 365 días de ese momento
horrible en el que sentí celos, envidia, traición y desamor. Tal vez exagere,
pero estoy casi seguro que fue uno de los momentos más duros de mi vida, nunca
me había sentido tan desolado, tan abandonado. Pasó lo que tememos todos, que la persona que
amamos se vaya con “Jolene” sí, la otra. La más amada, a la que aman más que a
ti. Sentirse Monica cuando hay una Marilyn.
El problema es que no solo es que se me haya cambiado por “ella” sino
todo lo que esa persona representa para mí. Representa mi mayor temor de la
infancia, mi mayor deseo de la adolescencia y representa mi mayor karma en la
vida. No hace falta indagar, yo me entiendo, o eso creo. Darme cuenta que fui remplazado por alguien de
ese origen, me hace pensar que estoy destinado a tenerlos en mi vida por
siempre. No es normal que durante este
año haya visto ese apellido al menos una vez todos los días, y no hablo de un Pérez, o un García. Es un
apellido tuco-mongol, y lógicamente no vivo ni en Turquía ni en Mongolia para
que sea tan común en mi entorno.
Muy “casualmente”
también es el apellido del protagonista
de mi libro favorito. Irónicamente,
todos estos factores, hacen que no desprecie a mi Jolene, incluso hacen que me
haga sentir extremadamente atraído por él. A veces siento un inmenso deseo por mi contrafigura, un deseo casi tan fuerte que como el que solía sentir por él. Incluso a veces siento más afinidad
a esta figura por la que fui remplazado, que por la misma persona que me
reemplazó. Puedo decir con toda la
seguridad del mundo que pensé en “esa traición” cada día desde que pasó y probablemente
lo siga haciendo. Considero que marcó un
antes y un después en mi vida. Pero yendo a lo principal y a lo que en verdad
me atosiga, saber que fui cambiado por alguien de esta cultura, es lo que más duele de esta mala experiencia
amorosa, hace que me dé cuenta de que esta gente probablemente nunca deje de
aparecer en mi vida.
Lo peor del caso es que, sí, si tengo miedo de siempre estén
en mi vida, pero increíblemente, no me
molesta que lo hagan.
Maktub, muy literalmente: Maktub.
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