Siento como todo se viene encima, siento como lo poco bueno que tengo, se derrumba de nuevo. Siento las lagrimas corriendo por mi rostro. Veo los golpes que yo mismo me provoque rompiendo cosas por la rabia. Miro hacia mi iPod, suena “The Climb”. Oigo mi voz más ronca y seca de lo normal. Muerdo mis labios, resecos como mi alma.
Pienso en la muerte, en cómo sería. En cómo sería el solo hecho de no estar aquí. En cómo deseo no sentir. Pienso en cuanto duele esto. Digo que odio absolutamente todo, me río de los poemas, y maldigo el amor. Me siento harto de tanto sufrir, CANSADO DE ESTOS TESTAMENTOS EMOS. Desgastado de tantas cartas monologas. ¿Qué me queda ahora? ¿Rezar? También me harte de eso. ¿Pedirle a Dios que me de lo que quiero? Pues no, llegó un momento en el que me cansé de rogar, llegó un momento en el que me cansé de creer. ¿Mantener la esperanza? ¿De que me sirve esperar algo bueno que no da ni siquiera señales de venir en camino? Porque cuando algo bueno llega, la misma vida me demuestra lo poco que se puede durar siendo feliz. Ya no me da miedo mostrarles a todos mi alter-ego. Ya no me da pena mostrar mi lado tétrico, ya no me avergüenzo de demostrar quién soy en realidad. Pienso que es hora de pensar en un futuro; en decidir. SÍ. Decidir si planeo seguir así, o hacer un cambio por mi bien. Decidir si seguiré escuchando “Russian Roulette” o poner otra canción en mi repertorio. Escoger entre ver Titanic o cambiar el canal a Disney. Elegir entre sufrir por lo mismo en lo que estoy desde julio, o cambiar por mi bien. Son tantas cosas que pensar, tantos aspectos que cambiar. Tantas cosas que me confunden y me ponen peor. Necesito algo que me de fuerzas para seguir.
Espero que el destino me depare algo bueno, en compensación de todo lo anterior, porque si en algún momento fui mala persona, estoy seguro que este es mi Karma.
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